Sueños desde el cielo
Por: Karla Ayora
Andrés había recorrido el mundo deleitando a miles de espectadores en plazas y pueblos; tomaba su rondador compuesto de 22 tubos, y cada uno producía tonos y semitonos.
Iniciaba con una pieza de Mozart, luego de Vivaldi y de Vasch, terminado el espectáculo guardo el rondador en una maleta grande y se marchó.
Cuando llegó a su casa, estaba tan cansado que se acostó a dormir. Al despertar lo primero que hizo fue traer su rondador para preparar su siguiente repertorio ¡Ay Dios mío! Una niña extraña apareció y lo sonrió dulcemente como una hija mira su padre después de hacer una travesura.
Andrés no pudo salir de su asombro, su vida se complicaría y tendría que ser padre a la fuerza.
Mientras cenaban aprovechó para hacerle unas cuantas preguntas.
-¿Cuántos años tienes?
- Este sábado cumpliré 10 años
-¿puedes cantarme?, dijo Andrés.
Uff, definitivamente no naciste para cantar. Andrés trataba de hacer la idea de que era su hija y la invitó por su cumpleaños a una presentación de Ballet infantil. Todo empezó aquí. Por las noches se pasaba inventando y practicando pasos de baile.
Mientras Andrés practicaba el rondador ella aprovechaba para ensayar ballet; él pudo darse cuenta de su extraordinaria habilidad para la danza.
Al siguiente día, encontró un bonito vestido de bailarina para llevarla a sus presentaciones, mientras él tocaba el rondador, ella bailaba.
¿Cómo lo haces tan bien le preguntó? y ella le responde, mientras bailo siempre me anima la frase de aquella señora, que apareció un día mientras jugaba a perseguir mariposas en la estancia del tío Daniel “tienes que caminar mucho si quieres alcanzar un sueño”.
Así es como llegaron a ser famosos. Fueron invitados a uno de los espectáculos de ballet más importantes del mundo.
Era una noche de luna llena, las estrellas revoloteaban a su alrededor, un numeroso público lo aplaudía, la niña vestía un traje de colores del arcoíris, una rosa roja contrastaba su cabello negro, en realidad no era muy bonita; pero tenía una sonrisa angelical que la hacía bella.
Bailaba para los dioses, los alaridos del público eran interminables, de repente empezó a volar y ante el asombro del público se perdió en el cielo estrellado.
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