Un nuevo "Amanecer"

Un nuevo "Amanecer"
Foto: Cortesía Ballet Ecuatoriano de Cámara.

lunes, 24 de mayo de 2010

“Si quieres ver danza mira a Edisel Cruz”


Un artista inquieto, con muchas ideas en su cabeza, rebelde, como cualquier gran creador.

Foto: Cortesía del Ballet Ecuatoriano de Cámara.

Por: María José Larrea.

Se trata de un hombre que moviliza una energía formidable. Quien lo conoce, puede reconocer que se trata de una persona a la que basta solo con mirarlo para saber que quiere gritar al mundo que se siente vivo. Que aprovecha cada minuto del día para desbordar su pasión por bailar y su anhelo por crear. “Si quieres ver danza mira a Edisel” es lo que afirman muchas de las personas que lo conocen. A sus 29 años, es considerado un coreógrafo nato, que puede interpretar cualquier tipo de papel sea este, clásico, contemporáneo o folclórico. Son 13 años de trayectoria los que relatan su vida inmersa, desde siempre, en un mundo mágico, lleno de técnicas, estilos y movimientos corporales que demuestran que la danza es un arte que se lo lleva grabado en el alma.

Elisel Cruz, nació en Cuba en una cuna de artistas. Su madre artesana y su padre actor de cine, ambos con una creatividad impresionante que sin duda, fue heredada por Elisel. El desenvolvimiento de su padre en el cine le permitieron a este joven involucrarse, desde muy pequeño, con apenas 7 años, en un entorno repleto de talentos a los que miraba pero no admiraba, y mucho menos entendía. En ese entonces su tierno sentido lo único que quería era perseguir a su padre, sin saber que con el tiempo viviría en un mundo muy similar. (“yo no sabía, no entendía lo que hacían, solo quería estar cerca de mi papá, dice).

Siempre se inclinó por actividades que le permitían expresarse. Inició con artes marciales, porque sentía esa necesidad física de canalizar su energía. Sin embargo, Edisel sabía que esa no era aún la manera de reflejarse. ¿Por qué tengo que pelearme con alguien para satisfacer algo físico? Fue la pregunta que tuvo que responderse para decidirse por otra práctica. Las opciones eran muchas, pues siempre le gustó dibujar, el cine, la música, la pintura y el diseño, pero la respuesta la encontró en un personaje muy cercano, su hermano, su ejemplo, pues había iniciado su carrera como bailarín hace ocho años. En él vio reflejada la expresividad que tanto buscaba y en la que tanto se identificaba.

Edisel cree que la vida le ha dado suficientes oportunidades –buenas y malas- para ser quien es. La primera - quizá la más importante- fue cuando se enfrentó a la danza por primera vez. En uno de los espectáculos de danza contemporánea a los que asistió, pudo apreciar su futuro en escena. Desde ese momento confirmó “eso es para mí, aquello que estoy mirando es lo que he estado buscando”, recuerda el bailarín.

A los 16 años, “una edad en la que había que cortar camino” como él menciona, pues se trataba de una carrera que implicaba mucha anatomía, formación, reglas, formas a las que debía acoplarse reconociendo que en el camino se encontraría con bailarines que iniciaron a tempranas edades, 9 años o incluso menos, y eso convertía al ballet en un reto mucho más fuerte y disciplinado. En ese momento, Edisel solo pensó en ser como ellos. Sin importarle nada más que desarrollar su arte, como un pájaro de alto vuelo, viajó a la Habana a estudiar ballet clásico. Recibió el apoyo de un padrino argentino por quien siempre mantuvo firme su convicción de “hacer lo que tenía que hacer”. Las oportunidades siguieron llegando y al cabo de 4 años, su espíritu competitivo se vio reflejado: Edisel llegó a ser un bailarín profesional.

Desde entonces, es un artista inquieto, con muchas ideas en su cabeza, rebelde, como cualquier gran creador. Su espíritu siempre dispuesto a investigar, expuesto al caos, a hacerse problema, a soñar, incluso con cosas que sabe que son irrealizables, pero que no dejan de ser un sueño.

Hace nueve años que llegó al Ecuador, y sus apetitos no han cambiado. La danza sigue siendo su mundo interno en el que no cuentan mucho las reglas, sino que sobresale un sentimiento corporal, en el que siempre está presente el amor y los conflictos, pues cuenta que su vida se ha desarrollado así, de manera “ambivalente”, lo cual resulta una característica muy significativa en sus obras y creaciones.

Su equilibrio radica en la danza, y es que ver su danza es como conocer su personalidad alegre, su contrariedad, su fuerza, su nivel técnico, su dinamismo, su versatilidad, su vida. Edisel refleja su talento y su profesionalidad con pasos de ballet. Es una tromba de aliento, una ola fuerte que envuelve, que sabe lo que quiere decir. “Mi cuerpo todavía anhela bailar, pero mi mente anhela crear, es como una dicotomía, algo complicado, me siento entre dos mundos, no hay un punto común, porque mi cuerpo ansía bailar y mi mente esta todo el tiempo creando”, afirma.

Siempre quiso crear, el diseño, animación y edición de tv, la música, la pintura, siempre le gustaron. Pero su equilibrio radica en reconocer su locura por la danza, por los placeres y sus extremos. “Me inclino tanto a la derecha, que llego a la izquierda. Puedo ser muy serio al punto de ser paranoico, agresivo o al contrario puedo ser súper relajado, chistoso, un payaso”.

Por ahora, sus ideales personales y profesionales son muchos. En lo personal, su novia y su hija seguirán siendo su motor; en lo profesional planea seguir bailando, creando obras espectaculares que sencibilicen al público "lo que la vida le ha dado". Esa es su aspiración más próxima, dice.


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