
Tuvieron que vivir allá, extrañados en medio de una gran multitud, cruzados por el propio miedo constructor de sus propios laberintos.
Estas experiencias certificaron el surgimiento de nuevos actores culturales en el país. Teatro y danza empezaron proliferar y cobraron una importancia cada vez mayor, multiplicándose cada año la variedad de eventos y espectáculos de estos géneros, así como más públicos y aficionados.
Felicitaciones a todos aquellos que han hecho este sueño realidad; sobre todo, al público porque desde ellos parte un espíritu exaltado de estimulantes visiones y prácticas que ordenan experiencias corporales y se traducen en danza.
Jaime Orbe
Maestro y coreógrafo del Ballet Ecuatoriano de Cámara.
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