Un nuevo "Amanecer"

Un nuevo "Amanecer"
Foto: Cortesía Ballet Ecuatoriano de Cámara.

miércoles, 23 de junio de 2010

Un legado

Por Karla Ayora

Ese bailarin de cabello blanco, sonrisa amplia, de marcadas líneas de expresión en su rostro, es Rolando Sarabia, el padre de uno de los mejores baletistas cubanos de Latinoamérica, que hoy visita Ecuador para compartir su talento.

Cuando Rolando (padre) habla de su hijo expresa orgullo en sus palabras, “bailar en el escenario con mi hijo es lo más bello que he sentido. Es como si estuviera viéndome hace 30 años, con esa misma pasión y agilidad que tiene Rolando”

Rolando (hijo) empezó a los cinco años, dice que su pasión por la danza la aprendió de su padre, “yo no tuve una infancia como la de cualquier niño, en vez de jugar pelota pasaba ensayando en la academia, pero no me arrepiento de nada, de hecho me siento feliz”.

A lo largo de sus 23 años de trayectoria ha ganado un sin número de premios, tanto dentro de su país, como internacionalmente, sin embargo, la sencillez de sus palabras, expresiones y actitudes sigue latente en su personalidad “Dios te da el don, pero tú tienes que explotarlo”, dice Rolando (hijo).

Es la primera vez en la historia del ballet de Cuba, que se encuentran padre e hijo bailando en el escenario. Con una sonrisa, Rolando cuenta que cuando su padre danza a su lado le susurra al oído “vamos hijo, lo estás haciendo bien, con más fuerza”, y es muy lindo sentir esa motivación, dice.

Abuelo, padre y nietos han seguido la tradición dentro del ballet y los tres llevan el mismo nombre, cada uno dejó un legado dentro de sus hijos, el talento, “toda mi vida estuvo centrada en la danza, no tenía tiempo para novias o para salir, mucho menos para casarme, pero ahora que he cumplido mis metas no descarto esa idea” dice el joven bailarín.

“Cuando mi hijo me regaló una botella de ron en el 2002, le prometí que la abriría cuando naciera mi primer nieto y la botella sigue ahí todavía; me gustaría que la vida me dé la oportunidad de verlos crecer y en un futuro no muy lejano, si Dios me lo permite, verlos bailar”

Rolando piensa que su hijo es un ejemplo para todos los jóvenes, la inspiración de muchos baletistas que quieren llegar lejos, pero lo más importante, “aparte de ser un gran profesional, mi hijo es una gran persona”.


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